Contenida en el ruido, atrapada entre sonetos de blancos y negros. La música se eterniza mientras baila en círculos apretando los puños aferrándose a la luz. Las mascaras se desvanecen en aquel soneto desgarrando la luz, o quizá la oscuridad. ¿Podrá alguien ver?
¡Que baile, que sonido, que tristeza!
Pero hay sol. Pero hay un viento dulce.