Sonidos que aturden, voces descompuestas, sórdidas y desoladas, espantos en el aire... sombras terribles en las calles, en los muros
gritos desesperados que habitan en almas divagadas y sin rumbo alguno, sin otro más que caminar por callejones sin salida, mientras todo pareciere en cámara lenta, lleno de movimientos bruscos, y sentimientos así, lentos para irse, pausados para permanecer; con la esperanza de encontrarse o al menos distinguirse, mañana... o algún día, quizá.